En una entrada anterior del blog, estuve comentando el abismo al que se enfrenta un escritor autopublicado. Es un cubo de agua helada que cae sobre el ilusionado autor que pensaba que ya había superado la etapa más difícil. Muchos, en ese punto, se preguntan por qué seguir escribiendo si el esfuerzo parece no llevar a ninguna parte.
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Hoy quiero continuar esa reflexión. Pero en lugar de hablar sobre mi proceso creativo, quiero detenerme en la única razón que de verdad importa para no abandonar.
El Verdadero Precio de Escribir
Escribir no es complicado; es exigente.
Requiere el cien por cien de ti, el cien por cien del tiempo. No es algo de lo que puedas desconectar. Mientras trabajas, te lavas los dientes o ves una película, tu cabeza sigue dándole vueltas a cómo mejorar lo que tienes, cómo continuar la trama o si el mensaje que quieres transmitir se está entendiendo.
Fue justo por ese motivo, por pura salud mental, que al descubrir que mi primera novela no iba a terminar donde yo creía, decidí parar y dividir la obra en una saga. Así, al menos, podía tomarme un respiro.
El Fracaso Comercial y la Victoria Inesperada
Concluí la primera parte y la presenté al concurso de Amazon. Los resultados fueron los esperados:
- Me comí una mierda en el concurso.
- Pocas ventas.
- Pocas reseñas.
Sin embargo, en medio de ese panorama, ocurrieron dos cosas. La primera: a los pocos que la leen, les está gustando, que ya es mucho decir.
Y la segunda, la guinda del pastel, algo que jamás esperé.
La Única Victoria que de Verdad Importa
Mi padre, a sus 77 años, se leyó mi novela. Fue el primer libro que leyó en toda su vida. Y gracias a ello, ahora cada día dedica una o dos horas a leer.
Piénsalo. Un hombre de 77 años descubriendo la lectura por primera vez. Solo por eso, todo ha merecido la pena.
He Contraído una Deuda Moral con mis Personajes
Dejando todo esto claro, soy consciente de la realidad. La segunda parte de la saga va a ser mucho más compleja y tendrá, como mínimo, el doble de extensión. Y si con la primera parte vendí poco, con la segunda venderé todavía menos.
Entonces, ¿voy a seguir escribiendo?
¿Por qué seguir escribiendo?
A mi modo de entender la literatura, he contraído una deuda moral con mis personajes. Sin pedirles permiso, los he cogido y los he expuesto a los ojos de todo el que ha querido leer. Los han conocido, los han espiado y los han juzgado. ¿Y ahora voy a dejar su historia a medio contar?
No, eso no funciona así.
Ellos se merecen su oportunidad, su desarrollo. Se han ganado el derecho a que su historia sea conocida. Deben tener la ocasión de redimirse, de vengarse o de ser comprendidos. Todos ellos, sin excepción.
No puedo ser tan egoísta o iluso como para pensar que iba a escribir una novela y sería un éxito por el que las editoriales se matarían. Eso es irrelevante.
Al comenzar a escribir, liberas un peso de tu alma, por supuesto, mientras vas logrando sumar páginas escritas. Aunque luego las tires, eso da igual; sientes que lo estás logrando, que esta vez vas a ganar tú. Lo que no sabes en ese momento es que también adquieres compromisos. El más importante, la gran deuda, es con tus personajes. Ellos sí que te juzgarán si no eres capaz de contar su historia hasta el final.
Y tú, ¿has fallado a tus personajes?
Yo te responderé cuando termine la segunda parte. Tú puedes ir respondiendo en los comentarios. Eso sí, recuerda que, aunque lo abandonases hace años, sigues teniendo una deuda para con tus personajes.
Y esa es la razón más importante que debes considerar cuando vuelvas a preguntarte ¿por qué seguir escribiendo?
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