El método arqueológico: escribir sin saber qué estás escribiendo

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He hablado en varios artículos sobre mi proceso creativo, el que yo llamo «método arqueológico» y, sin embargo, todavía no he contado nada sobre él… Es cierto que he hecho comentarios aislados, pero también es cierto que os he prometido en varias ocasiones profundizar en él y llevamos ya varias semanas escurriendo el bulto, como suele decirse.

Ya os anticipo que, seguramente, os va a decepcionar bastante este artículo porque si tengo que resumirlo os diré que no tengo ni idea de cómo funciona mi método…

Como ya he comentado en otras ocasiones, yo voy descubriendo la historia no mientras la voy escribiendo, sino cuando la analizo después de escribirla.

Intentando poner orden en el caos

Lo primero que hay que tener en cuenta es que yo lo primero que hago es rendirme, aceptar que no controlo nada y que mis decisiones son sistemáticamente ignoradas. Lo único que tengo claro al comenzar a teclear es que no soy yo quien escribe. Es la historia.

Venga, Dani, vete a tomar por culo, hombre. ¿Cómo se come eso?
Yo qué sé, ya he dicho que tan solo voy a contar lo que hago, si te sirve bien; si no, has perdido poco tiempo leyendo esto, ¿no? Pues ya está.

Yo tengo una idea, en eso estamos todos de acuerdo. Yo pienso que voy a contar la historia de una mujer poderosa a la que han matado a su hijo y contrata a un detective para que investigue y todo iba a desembocar en una especie de guerra entre dos grandes empresas…

Y me salió «Secretos Rotos», un drama familiar, social, con conexiones con África… Es decir, no se parece en nada.

Eso ya lo has contado, dinos algo nuevo, ¿no?

Es cierto, esto ya lo he contado. Y lo cuento de nuevo por si alguien llega nuevo a este artículo… aunque con lo extraño que es, supongo que ya se habrá largado.

Comienzo a escribir mi idea, lo que yo considero que es la historia. Presento los personajes, presento el mundo y comienzo a trazar las conexiones entre ellos. Dar un poco de sentido a sus motivaciones, porque, vale, supongamos que en una ciudad existen dos grandes empresas y una de ellas decide matar o secuestrar al hijo del presidente de la otra. En un primer instante podemos aceptar que eso suceda, hay muchas posibilidades. Rivalidad, chantaje, destrozar sicológicamente a la competencia, devaluar sus acciones.

Todo eso son opciones válidas y, en un primer momento, el lector no se va a hacer preguntas. Sin embargo, de todas esas opciones que hay en el aire somos nosotros, los escritores, quienes debemos escoger una y solo una de ellas como la razón para que llegase a suceder y hacerla creíble.

escribir sin saber el que

El poder de una razón absurda (pero creíble)

Es más, la razón puede ser mucho más ridícula. Supongamos que el presidente de la segunda compañía secuestra al hijo del presidente de su compañía rival y luego resulta que lo hizo porque ese hijo tiene un perro y el tipo veía que su perro se cagaba en la acera y nunca recogía las mierdas. Y decide secuestrarlo para darle una lección tanto al hijo como al presidente por no educar bien a su hijo.

Esto es una razón ridícula, ¿verdad? En realidad no, tiene la misma validez que si lo secuestra para provocar un ataque de ansiedad al otro presidente y lanzar una OPA hostil para apropiarse de la empresa aprovechando el estado sicológico del otro presidente.

Pero ¿cómo va a ser lo mismo, Dani? Venga, hombre, deja de decir gilipolleces.

Déjame que me explique, hombre, si me interrumpes no vamos a terminar nunca…

No, si ahora va a resultar que el que te distrae soy yo, con todo lo que se te va la cabeza a ti solo…

En fin, haré como que no he leído eso y continuaré… Si nos parece más creíble la opción de la OPA hostil para apropiarse de la otra compañía, es porque es algo más común, es algo que ya se ha utilizado en decenas o cientos de otras películas y, por lo tanto, la trama nos resulta familiar. Sin embargo, algo tan extremo como el secuestro o asesinato no depende de un hecho, sino de lo dispuesta que esté otra persona a correr riesgos y que considere que correr ese riesgo merece la pena.

Realizar ese acto porque se va a adueñar de una compañía que vale cientos o miles de millones para nosotros tiene una explicación lógica, es algo comprensible. A fin de cuentas, el dinero es uno de los elementos más comunes para cometer delitos. Sin embargo, el no recoger las mierdas de los perros no lo es… Pero ese no es el motivo como tal, es el hecho disparador y eso lo cambia todo.

Construir personajes vivos

Si queremos que eso sea creíble debemos construir un personaje al que eso sea algo inadmisible, algo que deba corregir a riesgo de perderlo todo. Puede ser porque se trate de una persona que ha comenzado desde abajo y que odia cómo los poderosos hacen siempre lo que les da la gana porque abusan de su poder, o que se crean que las leyes y normas no son para ellos.

Una persona humilde que no soporte que los ricos se crean mejor que los demás por el mero hecho de ser ricos. Incluso podemos hacer que ese segundo empresario en algún momento o en varias ocasiones le dijese que recogiese las mierdas de su perro y que el hijo le respondiese que, si tanto le molestaba, que las recogiese él… El hecho, como tal, es lo de menos, lo difícil es hacer que sea comprensible para el lector que ese hecho sea capaz de desencadenar el otro.

Si estamos cansados de ver que las causas siempre son las mismas, el dinero, el poder, las OPA hostiles, hacerse con una patente de miles de millones y bla, bla, bla. ¿Por qué creéis que sucede eso? Porque no necesitan explicar nada, porque no necesitan crear un personaje que debamos comprender. Ah, vale, lo hacen por dinero, ya está, no hace falta dar ninguna explicación, de forma automática el lector lo comprenderá.

El momento del descubrimiento

Sin embargo, que eso lo hagan por las cagadas de un perro nos puede parecer gracioso en un primer momento, pero no creíble. Y que lo haga una persona millonaria y poderosa que arriesgue todo lo que tiene por las cagadas de un perro, menos.

Sin embargo, y aquí viene el aspecto fundamental: si somos capaces de crear ese personaje, si somos capaces de crear ese mundo y que el lector diga: «Joder, es que es normal que secuestrase al hijo por no recoger las mierdas de su perro». En ese momento, en ese preciso momento habremos hecho nuestro trabajo de forma magistral.

Habremos creado un personaje que el lector no va a olvidar, habremos creado algo distinto, fuera de los arquetipos establecidos. Nuestros personajes estarán vivos y eso hace que el lector empatice.

Dani, me parece cojonudo todo esto, de verdad. Pero no tengo ni idea de qué tiene que ver esto con tu método y, menos aún, sobre cómo se hace.

Si te soy sincero, yo tampoco… Lo cierto es que no sabía que iba a escribir esto. Es más, no sabía lo que iba a escribir…

Si vuelvo al inicio de este artículo recordaréis, o eso espero, que decía que comenzaba a escribir la historia que yo creía que debía escribir. Comienzo a escribir la trama, los personajes y a desarrollar el mundo como tal. Comienzo a crear personajes, sus acciones, con quién hablan y por qué…

Y un día me detengo y es cuando comienzo a decir…: «Pff, esta escena es ridícula. Pff, esta escena no tiene sentido… Pff, este personaje no pinta nada aquí… Pff, esto no se siente orgánico, se siente forzado».

Y hago lo que muchos considerarán un crimen. Comienzo a borrar.

Párrafos, páginas, escenas, capítulos, personajes…

Y es cuando hago algo que también he comentado de pasada. Dejo de escribir y me paso a mi libreta para escribir a mano.

Escribo sobre los personajes, sobre sus motivaciones, su infancia, de qué tienen miedo, por qué hacen lo que hacen. Qué les ocurrió en el pasado para que sean así, qué esperan conseguir con lo que hacen…

Y cuando comienzo a comprender a los personajes y por qué son como son, es en ese momento cuando miro lo que tengo escrito y comienzo a unir los puntos.

Si este personaje es así, entonces debe comportarse de esta forma. Si este personaje odia esto porque le pasó esto, lo lógico es que no ayude a este sino al otro… Y así es como voy viendo lo que debo cambiar, cómo lo debo cambiar y por qué lo debo cambiar.

Entiendo que esto no le guste a la gente, es más, veo totalmente lógico que existan los sistemas o métodos actuales que sean una especie de kit para crear personajes, historias y escribir novelas.

Soy consciente de que es posible, qué digo posible, normal e incluso lógico que la gente lea lo que acabo de escribir y pongan los ojos en blanco y digan: «Venga, hombre, ¿cómo voy a hacer eso, cómo voy a escribir cien páginas de una novela, con lo que cuesta, y luego las borre?».

Oficio y frustración

Aquí es donde entra lo que es el oficio, esto no es un don o un talento natural. Claro que eso es una pequeña ventaja, pero esa ventaja se supone que yo la he tenido desde que soy pequeño? ¿Por qué entonces no he podido escribir una novela hasta los cuarenta y seis años?

Porque no la comprendía y, peor aún, no la controlaba. Eso que seguro muchos ven como una ventaja a día de hoy, en realidad, ha sido mi mayor enemigo durante toda mi vida.

Eso que se ve como una ventaja me ha impedido escribir toda mi vida porque no veía una historia, veía cientos de posibilidades y no sabía cuál de ellas escoger para contarla.

La dificultad de escribir un libro son los cientos o miles de decisiones que debemos tomar, no hay nadie que nos diga qué es lo correcto o incorrecto, nadie nos dice lo que debemos escribir.

Por eso se ha inventado el escritor tipo mapa, porque las decisiones se toman antes de comenzar a escribir. Las decisiones ya están tomadas, las motivaciones están claras y eso es la parte difícil. Tan solo debes escribir.

Sin embargo, todo se puede aprender, cuánto más se escriba, cuánto más se cree desde cero se ve mejor qué es lo que funciona y lo que no, por lo tanto se reducen tiempos…

Oficio, por más talento que uno tenga, si no tiene oficio… El talento es tu enemigo porque te frustras contigo mismo, porque sientes que puedes hacerlo y, sin embargo, no eres capaz de ello.

Por eso escribo este blog, por eso cuento mi método aunque muchos que lo lean pensarán que estoy loco… Lo cual tampoco descarto, claro.

Conclusión

Y vosotros, ¿tenéis un método? ¿Sentís que lo que escribís falla en algún punto y no sabéis identificarlo? Haced como yo, preguntaos por qué, definid a vuestros personajes, sus pasados, sus miedos… Cread personas, no una versión mejorada de vosotros mismos y, sobre todo, contadme en los comentarios qué opináis de todo esto.

1 Comentario

  1. Víctor Gabriel

    No soy escritor, no tengo método como tal.
    Tengo iniciados mil y unas historias y prácticamente todas sin comenzar y las iniciadas paradas porque no conozco a los personajes y pienso en sus vivencias, fobias, pesadillas…
    Vale que es una exageración lo de las mil historias pero son muchas en las que hablo con el personaje (metafóricamente) y trato de conocerlo. Si con sus vivencias, estudios, relaciones podría haberse encontrado con fulano o futano. Luego voy a ese fulano y hago lo mismo. Cuando me doy cuenta solo ha pasado medio minuto de la historia y sucede algo que me hace prestar la atención a otra cosa, otra historias, otros mundos.

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