La estructura de tres actos: Por qué funciona y por qué la Ignoro

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Ya he tratado varios temas importantes a la hora de comenzar a escribir una novela y siempre estoy rondando algo fundamental, asentado en todas las escuelas de escritura desde casi el inicio de los tiempos… y no penséis que estoy exagerando, porque estoy hablando del mismísimo Aristóteles, que definió la estructura de tres actos en su obra Poética, ahí es nada.

Si tenemos que remontarnos tanto, lo lógico sería pensar que, bueno, algo habremos cambiado, ¿no?

Y sí, es cierto que varios teóricos como Robert McKee, en su aclamado libro El Guion (que es otra biblia de la escritura; viene a ser en nuestros días lo que Poética fue en la época de Aristóteles), han realizado adaptaciones para modernizarlo, darle más contexto… lo que tú quieras. Pero, al final, seguimos con la misma estructura de tres actos: la esencia no ha cambiado.

Ya sabéis que yo no hablo de teoría ni de sistemas de escritura como tal. No sé lo que soy; lo que sí sé es que no soy un académico.
¿Un filósofo de la creatividad?
Bueno… no suena mal.

Si tengo que definirme, diría que soy una persona que sabe muchas cosas teóricas, que comprende su funcionamiento… pero digamos que no comparte su utilización.

Mira, se me acaba de ocurrir un tema para otro día. Aquí tan solo hablo de cómo hago yo para escribir mi historia, o, mejor dicho, para intentar explicar cómo siento yo ese proceso.


La fórmula que siempre funciona

Hoy voy a hablar de la base de todo, el pilar central de toda historia: la estructura en tres actos.
No para explicar cómo funciona ni cómo darle una vuelta de tuerca para hacerla más atractiva —para eso ya hay cientos, qué digo cientos, millones de páginas y artículos a lo largo de la historia—.

Voy a contaros por qué yo no la utilizo… o, a lo mejor, sí que lo hago, pero sin pensar en ella ni en ninguna otra fórmula. ¿O lo hago sin pensar? Yo qué sé.

Dicho esto, hay que dejar clara una cosa:

“El sistema de tres actos funciona. Prueba de ello es que, más de dos mil años después, se siga utilizando.”

Ya sabéis: presentación, nudo y desenlace.
Algo sencillo e identificable, tan sencillo como que, a día de hoy, se ha logrado reducir a escasos minutos.

Las redes sociales están plagadas de vídeos cortos de menos de cinco minutos con ¿historias? que tienen a la gente atrapada viendo uno y otro y otro… hasta que se dan cuenta de que tienen que irse a dormir, que mañana trabajan.
¿Cómo es esto posible?

Ya lo he dicho: porque funciona.

Vemos un vídeo de una persona pobre, un mendigo o lo que sea; llega una persona rica, le trata mal, se burla de él… todo muy exagerado, claro, porque estamos hablando de vídeos de pocos minutos: no hay tiempo para desarrollo de personajes.
Luego ese vagabundo recibe una oportunidad o lo que sea y triunfa, y el que le trató mal recibe su castigo. Hala, y comienza el siguiente vídeo exactamente con la misma estructura… y también se lo traga la gente.

Todos sabemos lo que va a pasar en ese vídeo. Es evidente, es lo mismo una y otra vez.
¿Y cómo es posible que la gente lo vea?
Porque funciona.

estructura tres actos

El porqué de su éxito: la gratificación instantánea

Lo que hay que entender es que esto funciona a día de hoy por el contexto social en el que vivimos: la popularización de las redes sociales, los teléfonos móviles, las conexiones a internet en todas partes, el estrés del día a día, el escaso tiempo libre, la pérdida de la costumbre de ver la televisión en familia, la desaparición de los programas familiares…
Puede haber una familia entera en el salón y cada miembro estará viendo una cosa distinta en su teléfono.

“Que funcione no significa que sea por su calidad, o que sea lo que hay que hacer. Significa que es lo que la gente demanda a día de hoy, nada más.”

Y significa que el concepto de la estructura en tres actos se puede extender todo lo que quieras y, a su vez, minimizar a su mínima expresión, y seguirá funcionando.

¿Toda esta parrafada para decir esto, Dani, en serio?
Chico, qué quieres que te diga… así funciona mi cerebro y mi forma de contar las cosas, y yo qué sé.
Ya tenías que saberlo, joder.


Por qué esta estructura no es para mí

Volviendo al tema del que se supone que venía a hablar.

Por un lado, tenemos la presentación, que durante una época se hacía de forma casi inamovible con una persona apagando un despertador y llegando tarde a donde fuera. Unas veces era a clase, otras al trabajo, a una cita…
Recuerdo una época en la que, si una serie o película comenzaba sin alguien apagando un despertador, notaba que algo no funcionaba.

Ahora, como ya no hay tiempo, puede empezar el vídeo con una pareja besándose: así ya está claro que se conocen y se quieren, y te ahorras presentaciones, oye.

Después tenemos un mínimo de desarrollo y llegamos al conflicto: que una de esas personas se besa con otra, por ejemplo. Sencillo, rápido, y hacen falta pocas palabras…
Y luego ya la resolución: le pillan, le mandan a la mierda y se va con alguien rico en un lujoso coche.
¿Para qué más?

Como veis, la estructura es sencilla, todos sabemos lo que va a pasar y cómo va a terminar.
Sin embargo, lo sigues viendo.
¿Por qué?
Porque sabes lo que va a pasar, y termina pasando.
¿No es contradictorio?
En este caso, no.


El cerebro no quiere pensar

Volvemos a la época en la que estamos viviendo: el continuo estrés del día a día.
Trabajo, amigos, familia, redes sociales, comida rápida, series cortas, canciones que ni siquiera comprendemos lo que dicen, aunque sea en nuestro idioma…

“A día de hoy no se quiere pensar, y no es una crítica, es lo que es.”

La gente quiere llegar a casa, encargar algo de comer, tirarse en el sofá y ver algo que no le haga pensar, que le permita apagar el cerebro.
Quiere algo que le entretenga mientras cena o hace tiempo para dormirse, o incluso mientras va en el transporte.

Sabe lo que va a pasar, y al final pasa lo que esperaba.
Su cerebro lo recibe como una gratificación, porque —por decirlo de algún modo— ocurre lo que tenía que ocurrir.

Imaginad la misma escena: aparece una pareja besándose, luego uno de los dos se besa con otra persona, la persona traicionada es atropellada por un camión y la otra es recompensada haciéndose millonaria, famosa o lo que sea.
Eso está mal, ¿cómo va a pasar eso?

Es decir, los kits de escritura funcionan, las reglas funcionan.
Está todo inventado desde hace milenios.

Sin embargo, yo no hablo de esto en mi blog porque no entiendo la escritura así.
Para mí no tiene sentido.
Es algo artificial, no lo siento orgánico.
Todo me parece prefabricado, con situaciones forzadas y acontecimientos sin lógica.
¿Entretiene? Bueno, es evidente que sí, pero no es para mí.


Conclusión: conoce las reglas, pero sé fiel a ti mismo

Entonces… ¿por qué os he contado este rollo?
Yo qué sé.
Porque la cuestión es la misma de siempre, lo mismo que he hablado en otros temas.

Hay que ser consciente de lo que funciona, de por qué funciona lo que funciona, y diferenciarlo claramente de lo que cada uno quiere hacer.

Yo quiero contar mis historias a mi modo, como siento que deben ser contadas, como deben desarrollarse los personajes.
No pienso en si ahora tengo que meter un giro de guion para mantener la tensión o para sorprender al lector.

“Todo eso me da exactamente igual. Bastante tengo con averiguar cómo es la historia y plasmar correctamente al personaje. ¿Voy a preocuparme encima de si mantengo la tensión o si voy a sorprender al lector? ¡Venga, hombre!”

Sé lo que funciona, sé por qué funciona, entiendo cómo es el mercado y cómo funciona el sector editorial, y espero que vosotros también.
No os engañéis, no penséis que existen secretos o trucos mágicos.

“Si vuestra historia no encaja en ese patrón, es imposible que sea un éxito de masas o que os conduzca al estrellato.”

Qué cojones, ¿cuántos escritores millonarios hay? ¿Diez en todo el mundo?
Y si quitamos los ingleses o americanos, ¿qué queda? ¿Paulo Coelho?
El máximo exponente de escribir lo que quiere leer el lector.

En fin, no sé si os ha servido de algo esta entrada, si os he aclarado o no las cosas.

Este blog es para gente que quiere escribir lo que siente, lo que necesita escribir, y, sobre todo, para que no se engañe con lo que puede obtener o esperar de ello.

Si sois uno de ellos, espero vuestros comentarios, así aprendemos entre todos.

Y recordad:
Si queremos contar nuestra propia historia tal y como sentimos que debe ser contada, no pensemos que será sencillo, fácil o que incluso lo lograremos.
Y es por ese motivo que existen estas metodologías o los famosos kits que tanto menciono: para guiarnos en el camino.
Repito: funcionar, funcionan.

La cuestión es…
¿Qué camino queremos seguir?

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